miércoles, 14 de octubre de 2015

La cita del miércoles

Me sigue pesando el compromiso, pero creo que ya no lo voy viendo tan negro. Avanzo a trompicones en la novela; todo va mucho más lento de lo que esperaba, pero creo que voy superando mis miedos.
Tengo que contarlo o reviento, porque soy víctima de un síndrome que no esperaba de mí, ahora que no tengo agobios económicos sigo sintiéndome agobiado y temo que más que antes, por la tesorería. Este año he decidido pasar el invierno en Cádiz y mis gastos superan a mis ingresos, tengo que hacer durar el “colchón” que me dejó mi madre y por tanto, tengo que racionalizar mis gastos.
Lo de Cádiz no es un capricho, te he contado que mi novela tiene una parte importante en esta ciudad, tanto en el siglo XVIII como en la actualidad puesto que el relato del XVIII, es el que viene a leer a Cádiz, el descendiente de una familia que ha vivido de las cloacas del poder desde la época de Richelieu, que intriga en la corte de Carlos II y que tiene que emigrar a Colonia de Sacramento tras le regencia del duque de Orleans, desde entonces la saga se instala en la ciudad, hasta que, el protagonista decide instalarse en Cádiz.
No es solamente la novela mi preocupación, aunque tendré que aprender a moverme para captar la movida. Me gustaría y sería el mejor medio de captarla, integrarme en la misma y esta es mi inquietud real. Me escudaba en las pelas, realmente un pretexto endeble, porque lo que realmente me asusta es mi capacidad para lograr integrarme. Me hubiera gustado contar con el Ayuntamiento, pero no he podido contactar con ellos, espero poder hacerlo tras mi llegada.

Me queda el sueño del pasado enero, mi paso por el hotel Las Cortes de Cádiz, donde se aloja el protagonista, pero ahora tengo que recomponerlo en el Cádiz del cambio, desde la habitación “Viva la Pepa”. Tengo el apoyo de Josefa, la “bella de Cádiz” que encontré en Atocha cuando paseaba a Julen en la parada que me llevaba a Chamartín.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El abuelo Leopoldo: Hablando en Cobre

 El abuelo Leopoldo – ¿Por qué has llegado tarde? Me preguntó, cariñosamente, mi abuelo materno. –He estado jugando con mi amigo Bertín. Nos...