lunes, 5 de junio de 2017

Nuestra cita cotidiana

Villaviciosa Hermosa

Villaviciosa, 4 de junio

Julen está cómodamente instalado sobre el respaldo del sofá. No se cansa de mirar la calle a través del amplio ventanal. Al fondo veo una mujer joven sentada en el muro de la estación de autobuses. No hay mucho que ver en calles desiertas, con la excepción de unos pocos coches que circulan a cuenta gotas. Es domingo.
La actualidad hace temblar y crujir de dientes. Ya no es por la amenaza que pesa sobre nosotros, que esta vez ha segado vidas inocentes en Londres. Tampoco me sorprende la utilización de la misma por Trump para justificar los cierres de fronteras. Me asusta que funcione una demagogia que insulta al más común de los sentidos.
Si no quisiéramos DAES no mantendríamos Estados fantoche o destruiríamos los existentes, como hicimos en Irak, en Libia… Ese es el caldo de cultivo y la causa de las migraciones de quienes quieren poner a salvo sus vidas.
En cualquier caso, estamos incumpliendo compromisos mezquinos de acogida, y violando Derechos Humanos que proclamamos pilares de nuestro Estado de Derecho. El número de víctimas de este incumplimiento es ya muy superior al de l@s caíd@s en los atentados de ISIS.
El discurso del miedo funciona y como prueba, la lectura de “El País” de los resultados de la última encuesta sobre intención de voto en España: “Sánchez arrebata votos a Podemos, crece ciudadanos y baja el PP”
El último seguiría siendo el partido más votado: 25,9%, pese a las graves acusaciones y al poco respeto del gobierno por los poderes parlamentario y judicial. ¿Se castiga a Podemos por la presentación de una moción de censura que reclama a gritos la sanidad democrática? ¿Se premia al PSOE por su ambigüedad con respecto al tema, por apoyar políticas que censura y por mantener un gobierno que denuncia?

Son hechos graves. Julen y yo necesitamos comunicar. Claro que él no lee la prensa. Se entera de mi zozobra y se empeña en conocer a personas con quienes compartir. Hemos paseado por todo Villaviciosa. Cerca de nuestro edificio, en la misma calle de La Habana, hay un pequeño parque en el que se ha colocado mesa y bancos de madera.
Una pareja de viejos, como nosotros, coloca mantel y se dispone a almorzar. Una escena que me hace pensar en aquellos maravillosos años en que llevábamos comida al campo, a la playa, a las cerveceras, al tren… Recuerdo aquellas tortillas hechas con patatas de Valdebezana, cuando se las dejaba en la tierra el tiempo requerido y se abonaban con excrementos mezclados con paja. También los huevos eran de nuestras gallinas, alimentadas con trigo, mondas de patatas y los gusanos que encontraban en sus paseos.
Esta delicia estaba acompañada de pimientos fritos en aquel aceite que gustaba a aceituna. Se me hace la boca agua. Sin embargo, lo que más urge es explicar mi parada.
No es que se me pida. Probablemente la pareja juzgará extraña nuestra actitud. Julen los mira con la misma intensidad que yo. Estamos a escasos metros.
-         Gracias por dar tan grato uso al banco. Me hacen soñar con aquellos tiempos en que llevábamos tortilla de patatas con pimientos fritos.
No siento complicidad. Se acepta mi escucha. Seguimos nuestro camino, pero no lo hacemos con las manos vacías. Ella responde en guisa de amable despedida:
-         Nos ha apetecido comer fuera. Lo hemos hecho. Aquí estamos.

No hemos salido mal parados y pienso que hemos intercambiado el mensaje. Comparo la experiencia con una similar que me ocurríó en el Paseo marítimo de Mazatlán. La presencia del cartel de Sinaloa es manifiesta por los muchos edificios arrastrados a ruinas por los explosivos que usan las mafias. Lo que recuerdo son esas familias sentadas en el muro de la playa para comer lo que se habían traído. Se me antojaban manjares, en Mazatlán hay mucha pesca furtiva, de langostino, de tortuga… de exquisiteces que atraían mi mirada.

1.     Si usted gusta…

Las palabras estaban acompañadas de sonrisas de bienvenida, aunque , como aclaran los mexican@s sinceros que conozco, para ell@s sea un gringo.

No hemos vuelto a hablar con personas, aunque nos hemos cruzado con algunas. Algo es algo.

Esto no es vida. ¿Alguien puede extrañarse de que me refugie en twitter? Será virtual pero yo encuentro la comunicación que me falta en mi entorno físico y desde luego, no me parece pasar desapercibido.


Nada de eso, “compartimos la merienda”, además no estoy solo: Iris y yo preparamos juntos la nuestra. Mira lo que ponía ella hoy en twitter. Me limito a tres comentarios: “La guerra en Siria cobra la vida de más de 120.000 niños “Más del 80% de los menores han sido víctima de algún tipo de agresión en el Mundo ONU 2017”. “Cada cinco minutos 1 niño muere a causa de la violencia”.

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