domingo, 3 de septiembre de 2017

Nuestra cita cotidiana

Caminitos II

Villaviciosa, dos de septiembre, 19’31

Habrá un prólogo.




Llámame Marco

Villaviciosa, dos de septiembre, 19’33

Tenía que salir del proceso paranoico que me engullía. Estaba a la deriva y no se me ocurrió nada mejor que comprometerme a compartir en tuiter y en el blog, un capítulo diario de mi nuevo relato.
Había miedo, sí,  y éste se combate con arrojo, que no arrogancia. La embarcación  hace aguas por todas partes. No parece el momento de navegar a la deriva.
Pues ha sido así; lo he hecho.
Pese a las fiestas de Villaviciosa, que duran tres semanas y son mi tormento y su gozo, mi proveedor de “maría” ha venido.
Llamémosle Marco.  Le ha gustado el cuento que él me inspiró y que inserto a continuación.

¿Por qué soy afilador?

Llámame Marco. No es mi nombre. Sé dónde y cómo está mi madre y ésta nunca me ha abandonado. Se busca la vida. Me gustaría que lo tuviera más fácil, pero bueno, siempre me echa una mano.
Sueño con aquél niño feliz que imagino. Nací en una carreta. Costumbres  de  gitanos. En los bloques en los que nos han metido somos asilados y así nos lo hacen sentir. Me dolió de niño. Aún ahora tengo la nostalgia de un sueño que no consigo  dar forma. Se mezcla con cohetes, priva y de lo “otro”. El trapicheo me da muy justo.
Me gusta escribir. Viki, la que intentó ocuparse  de mi docencia, me ayudó a apañarme y me anima cada vez que nos encontramos.
Lleva  nuestra cruz sobre sus espaldas. ¿Qué puede  hacer contra un programa que margina a los marginados?
Viki es paya, pero también sueña con carretas.
-          ¿Por qué no te haces afilador?-  pregunta.
Rompe  mi silencio.
-  Te compro las herramientas y abro la lista de una clientela que te prometo completar pronto, será un buen comienzo.
- Yo quiero escribir la historia que empecé  contigo- Me ha parecido que alguien me daba voz.
- Serás el afilador…
Llámame Marco. Te contaré mi viaje.

 Le gusta mi cuento. Él no ha escrito el suyo, pero su hermano pequeño, aún escolarizado, escribe.
-          Mi padre está esquizofrénico, mi madre tiene que arreglar los destrozos, y me toca hacer un poco de padre… - ha confesado. Tras una larga pausa, ha remachado- Está engordando demasiado de tanto escribir. Prometí ayudarle. No sé hacerlo. Es un niño…
-          Veremos lo que hacer. Ahora tengo compromisos; son las metas que me pongo.  ¿No le dan tratamiento a tu padre?
-          No quiere, dice que le duerme y que no le permite trabajar. Algo hace, pero los rollos que monta caen sobre mi madre. Un día no encontrará solución – calla y engancha.
-          Un vaso de agua, porfa- Veo que la necesita a gritos.
-           ¿No le das a la coca?- Aclara.
-          He probado de todo pero me quedo en la “maría”, espero que no metáis nada.
No ha contestado. Me ha parecido ver una pregunta en su mirada “¿A quién importa eso? Esta gente se mete de todo…
Pues ya estoy en “Caminitos II”: mi aquí y mi ahora. El que conocemos por Marco tiene una historia abrumadora.
Yo me apoyo en mi compromiso  y saco pecho.  Vamos a entrar en la vivencia de los de los bloques que tengo en frente. Es una forma de integrarnos en el “aquí” y el ahora. En todo el globo hay “bloques” y “Bloqueos”. Yo los tengo justo enfrente. Me  “codeaba” con ell@s sin aspavientos. El supuesto Marco me presta su mirada.
La de “Caminitos I” le parece de otra época.
Sí; hay otra época, aunque no nos guste a ninguno de los dos. Ambos somos de carreta y denunciamos los “bloques”.
Caminitos II no irá al “armario de los recuerdos” porque estás tú, la familia del tal Marco, las carretas y los bloques.
Villaviciosa ha estado, casi siempre  presente en mi obra y hace tiempo que empecé “Caminitos”, que pretendía ofrecer una mirada más profunda de la Villa. Abandoné el proyecto por otros y por otras vivencias. No estoy realmente “aquí y ahora”.
Hay algo de huída. Hoy es segunda jornada del festival de gaitas. Excelente iniciativa. Lo que no entiendo es cuando, en la madrugada, esa música acariciadora, es substituida por decibelios que rasgan las nubes y los cerebros.
No logro consensuar una protesta  a presentar en el Ayuntamiento. Todos mis intentos de activar implicación ciudadana han fracasado. Tendré que aprender.
De momento ya he superado un gran foco de mi brote: las tres semanas de fiestas de Villaviciosa han dejado de obsesionarme. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

El abuelo Leopoldo: Hablando en Cobre

 El abuelo Leopoldo – ¿Por qué has llegado tarde? Me preguntó, cariñosamente, mi abuelo materno. –He estado jugando con mi amigo Bertín. Nos...