Iré a votar el próximo domingo sin entusiasmo,
pero lo haré porque mi voto reforzará el Parlamento Europeo en la
interpretación del Tratado de Lisboa en materia de la presidencia de la
Comisión.
Soy europeísta, como
tantos muchos, pero siempre he sido crítico con la UE y también lo han sido
muchos, como muestra la crónica abstención en las elecciones de la misma. No es
la Europa de los ciudadanos, es lo menos que se puede decir y lo que es más
grave, el alejamiento se ensancha y el impacto que nos causa es cada vez mayor:
estamos perdiendo derechos conquistados
por generaciones, con sangre, sudor y
lágrimas.
No podemos o debemos esperar más y la única alternativa
que veo es lograr que se interprete la ambigüedad de los protocolos del Tratado de Lisboa en favor de los ciudadanos.
En este caso, en el único y último debate entre los candidatos a la presidencia
de la Comisión Europea, el jueves 15, se produjo un consenso y un compromiso
entre todos los participantes en considerar que lo expresado en el protocolo
del Tratado de Lisboa referente a la designación del presidente de la Comisión,
que será nombrado por el Parlamento a propuesta del Consejo, debe ser
interpretado por será designado por los ciudadanos que han votado al candidato.
Merkel y Van Rompuy se han mostrado contrarios a esta
interpretación y los candidatos, por unanimidad han manifestado que el
presidente saldrá de los votos y han anunciado a los Estados que no aceptarán cualquier otra
interpretación. Estamos comprometidos en esa batalla, porque es un avance para
los ciudadanos y porque una alta participación abonaría las tesis que nos
favorecen
Hay algo más, el Tratado
de Lisboa acurda otros poderes al Parlamento, en protocolos ambiguos que pueden
interpretarse, asimismo, de maneras más o menos favorables para los ciudadanos
y porque los resultados dependerán, asimismo, de la mayor o menor abstención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario