Estaba muy preocupado por mi perro, Julen, hasta que hoy ha
comido como Dios manda. Me he quedado muy tranquilo cuando he deducido que se
trataba de una huelga de hambre, en protesta por la ejecución de Escalibur.
Quizá, es lo más probable, sean imaginaciones mías, o
simplemente mi conciencia, si aún
existe. Tengo ya 10 capítulos de mi nueva novela y me faltan otros 10 para
concluir antes del 21, fecha tope para participar en el concurso.
Sigo los informativos y debates, pero como la mayoría
silenciosa, estoy curado de espantos; son tantos que lo de Escalibur se queda
en mera anécdota, excepto para algunos pocos.
Estoy convencido de que Julen no ve la tele, que nadie
espere delirios. Sí considero que alguien debería, de vez en cuando, obligarnos
a pensar. Escalibur ha sido sacrificado por unas “autoridades” que buscaban
víctimas para cubrir sus errores y han vuelto a equivocarse.
La huelga de hambre de Julen, al menos, me ha hecho comprender
eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario