lunes, 25 de mayo de 2015

La abstención en cuestión

La abstención en cuestión


Habrá cambios tras las elecciones del domingo, pero la abstención supera la media histórica de las Municipales y Autonómicas españolas y el porcentaje obtenido por el partido más votado.

Para no cambiar, casi todos los partidos inflan pecho ante unos resultados que reflejan   una abstención de 35,6%, que supera el porcentaje alcanzado por el partido más votado en el conjunto del Estado español: 27,03 % (PP). Si bien hace tiempo que nuestro sistema democrático convive  con este síntoma, la incidencia no puede pasar inadvertida en las conocidas como las “elecciones del cambio”, sobre todo si se tiene en cuenta que la presencia de los nuevos partidos no ha servido para atraer votantes, puesto que la media histórica de  abstención en estos comicios es de 34,25%.
En mi artículo “A las urnas ciudadanos” lamentaba la ausencia de programas de gobierno para los ámbitos objeto de la consulta y por tanto mi falta de ilusión pese a mi decisión de votar. Me parece oportuno recordarlo, porque viene al caso; hay más votantes  en las generales, de donde podemos deducir que los ciudadanos se toman más en serio estas elecciones. No es normal puesto que tenemos más posibilidades de control y de participación en las instituciones de proximidad.
Claro que la dinámica de las campaña y precampaña ha jugado un papel desmovilizador y no solamente por la falta de debate sobre el objeto de la consulta, también  por el espectáculo lamentable que nos han ofrecido los poderosos hacedores de opinión y por el miedo que nos han metido éstos y los mensajes de algunos representantes políticos, y no solamente los del partido del gobierno.
Parece mentira que en una democracia se pueda meter miedo en campaña, sin que se exija documentación y responsabilidades. No sé muy bien para qué sirve la Junta Electoral, pero está claro que estas artimañas generan abstención.

Habrá cambios tras las elecciones, felizmente y es de esperar que éstos sirvan para combatir los graves  síntomas que aquejan nuestro sistema democrático.

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