miércoles, 2 de marzo de 2016

El capítulo de hoy


La imputada, la puta, el negro y el afro


Todo parece improvisado. Está  claro que no es así. El calor de la chimenea acaricia, desprende aromas relajantes y proyecta su iluminación en la de unas velas aromáticas distribuidas hábilmente por el salón. Brigitte, Ana, José y Alain están cómodamente instalados en grandes cojines que se adaptan a sus cuerpos, disponen a su alcance de pequeñas mesas donde encuentran las bebidas y lo necesario para prepararse combinados o la vajilla, también tienen a mano el rincón de chimenea donde cocinan, a su gusto la comida que eligen, las salsas o condimentos, las sopas, las ensaladas… No es un sueño, no y todo parece improvisado, pero cuesta romper el hielo entre los participantes en la mesa, tras los típicos rituales.
-Estoy especialmente contenta de esta   reunión; tengo muchas esperanzas en ella. No perdamos un tiempo que luego podemos lamentar todos. Sabemos por qué estamos aquí; he hecho lo posible para que todos estemos a gusto… Salgamos de los protocolos y vayamos a lo que nos ha traído. Se me ocurre un juego…
Es Ana, quizá demasiado metida en su papel de anfitriona, y temerosa de que su insistencia para que se invitara a Alain resultara un lastre. Brigitte, pese a sus 78 tacos y a su imputación, actúa como si su cojín hubiera sido creado para ella. Los años y los pesares no parecen haber dejado huella. Está muy a gusto y quiere dejarlo claro en la actitud y en su cuerpo serrano. Se aferra al juego.
-Estoy muy contenta de haber tenido la posibilidad de conocer a Alain, ambos compartimos la pasión por África y no tiene desperdicio; ¿Crees que puede meterse en el juego de nuestras verdades?
Las dos mujeres se saben posesoras del encanto de la madurez. Siempre se han respetado y en cierta forma, apreciado, pese a que Ana tacha a Brigitte de ingenua y a que la última lamentaba, hasta hoy, la falta de clase de la primera. No se habían puesto de acuerdo, pero hay complicidad para que funcione el juego.
-Solo hay una verdad por mucho que nos empeñemos en verla en nuestras pantallas individuales o grupales. África está ahí y tus vivencias y las de Alain no cambian nada. ¿Por qué no podríamos compartir el tema de conversación? ¿Por qué Alain no podría opinar sobre nuestros problemas?
Ana no esperaba la estocada de Brigitte.
-Hay otras cosas que me interesan e incitan más de Alain.
¿Quién ha dicho que los negros no se ruborizan? En todo caso, Alain se ha quedado más pálido que Michael Jackson. Reacciona como si lo hubieran puesto desnudo en un mercado de viejas verdes. Brigitte siempre ha llevado su promiscuidad con clase y con respeto a los africanos y salta ante la inesperada reacción de Alain.
-Claro…, que no es mi propósito el incomodar a alguien que me hace sentir tan cómoda.
Alain no responde, como si tratara de ponerse a salvo de las miradas libidinosas. Piensa y piensa, porque sabe que es mejor no dar cuerda a Brigitte.
-Soy africano y sin papeles, señora…
-¿de Dakar, ¿Verdad?
-En efecto
-Lo he adivinado, viví allí unos cuantos años, en las residencias de los militares franceses y  fue la ciudad que elegí cuando tuve opción. r. He disfrutado mucho allí, llegué a conocer a Senghor… -Se para, como si escuchara a Zaratustra- ¿Cómo un chico como tú se encuentra sin papeles? Tienes mucha clase…
Alain empalidece de gusto, pero no tarda en encontrar una respuesta.
-Es una larga historia que implica a Senghor.
Ana pilla la ocasión
-Era tan ingenuo que ignoraba que la policía francesa informaba a sus homólogos, aunque fueran dictaduras, de los movimientos, en Francia, de los ciudadanos de esos Estados. No comprendo cómo podía ser marxista leninista y yo creo que él tampoco, ante la deriva de China.
-Entiendo, la democracia de Senghor era atractiva, pero tenía límites. Yo estaba en Dakar durante la movida de los 60S y muchos de los hijos de compañeros de mi marido, pese al rango de sus progenitores y a ser franceses, tenían prohibida la entrada de Senegal.
Ya basta con lo explicado por Brigitte, pero ésta sabe que comparte emociones con Alain y aprovecha para desahogarse Ana sabe que tiene que interrumpir si quiere que su proyecto funcione.
-Lo mismo le pasó a este bobo – señala a José- También era marxista leninista en la movida del 68 y tuvo que dejar sus estudios en la Universidad de Lille, para hacer el servicio militar en España. ¿Por qué? Porque la pasma francesa había informado a la española, y el cónsul se negó a aplicar la ley que le excluía de este requisito, porque era rojo. Así le va, gracias a que nosotras… – mira a Brigitte con tierna complicidad- sobrevive como “negro”, aunque tiene papales…
Ellas tienen el balón. Ellos encuentran vínculos. Algo pasa, desde luego, pero las mujeres hacen uso y abuso de la palabra, cada una a su bola.
-¿Hablamos de dinero negro?- Es Brigitte. Da un toque de ingenuidad, que le ha ido siempre tan bien. Hace una estudiada pausa para dejar ver su sofisticada boquilla del siglo XIX que compró en el Rastro de París- Lo compro. También tiene que ver con África, allí todo es en negro. Aquí, como sabemos todos, no nos quedamos mancos. Pese a todo, no es lo mismo. Alain es negro, trabaja en negro y sin papeles. José y Ana trabajan en negro, pero saben blanquearse y no parece que les va mal, y yo estoy imputada por blanqueo…
Brigitte está segura de haber encendido el fuego en la mecha. El silencio que sigue a sus palabras no parece un buen síntoma, pero ella sabe y cómo, que está abriendo la entrada del agua a su molino. Limpia su pipa con calma y fija, como por descuido, la mirada en la de cada uno de sus acompañantes, para terminar soltando
-A ninguno nos va bien, pese a las apariencias – Mira, sin recato el lujo  que gozan los anfitriones- Eso no impide que estemos todos en el barro y yo, con la soga al cuello… ¿Por qué?, porque he cargado con tarjetas que utilizan dinero negro, tarjetas del Ayuntamiento. Nadie ve a los señores concejales que las utilizaban.
-Eso tiene fácil solución-es un Alain desconocido- hay jurisprudencia sobrada que se está creando con los escándalos de la corrupción. Hay mucha repugnancia en la opinión por el tema. Es el momento de atacar. Te puedo conseguir una abogada que te saque del lio, y pasta  para pagarla, claro, en negro. Entiendo que el gobierno municipal es del PP…
-En efecto – Brigitte continúa traficando con su boquilla, pero luce, por primera vez durante la cena, una sonrisa esperanzada. Había acudido a la cena por simple desesperación, sin ilusión. Alain encarna el “magara”, esa energía que es su eterna llamada de África. Brigitte es tan africana como Alain, al menos en ese sentimiento. Pero las cosas no quedan ahí, porque Ana y José han sido contagiados por la magia.
Alain es muy consciente y hace un uso de la palabra que vende su producto. Tiene contactos para divulgar el escándalo y también con los que pagarían por el mismo, tiene a la abogada. Todo depende de lo que tenga Brigitte y de lo que tengan contra ella.
Todo queda resuelto en menos de un cuarto de hora. Brigitte no es tan ingenua como aparenta. Lo tiene muy claro ¿Cómo podía desconfiar de un conocido y respetado representante de la soberanía local? ¿Por qué debería ella oponerse a que un cliente gastara para darse placer? Que era pagada con diferentes tarjetas de crédito; muchos clientes lo hacen, frecuentemente dudan para escoger la que entregan. ¿De qué se le puede acusar a ella?
-De los precios, por ejemplo – Es Ana y no parece su intención la de aguar la fiesta.
-¿Eran tan desorbitados esos precios?
-Bueno, depende… Hay caballeros muy exigentes…
-¿En que basan la imputación?
-En los altos precios y en el hecho de que las tarjetas no están a nombre del concejal o del Ayuntamiento. No  admiten que no verificara este dato…
-¿Puedes probar que el concejal pagaba con esas tarjetas? – Es un Alain muy decidido que no da pie a meras suposiciones.
-Tengo las imágenes grabadas por las cámaras que los clientes no saben que existen. Me las llevé cuando se cerró el local. No se ve la tarjeta, pero sí la utilización de la misma, la persona y la hora. Es suficiente para comprobar que era él quien pagaba.
-Con eso me vale. ¿Hay alguien que sepa que tienes estas grabaciones?
-Supongo que no
-¿Por qué no se lo comentaste a tu abogado?
-¿Sabes lo que es tener un abogado de oficio?
Alain no lo sabe, pero sabe que Brigitte saldrá blanqueada y que hasta incluso le puede conseguir dinero. La oposición se juega mucho en estos momentos y se puede ofrecer auténtica dinamita.
Todo el mundo ha quedado encantado de la cena y no solamente por tener la certeza que Alain hará salir airosa de su imputación a Brigitte, sino porque ha quedado bien claros la formación y las relaciones de éste. Incluso José ha tomado una cita con él para hablar de los dolores de cabeza que le causa trabajar en negro para alguien que está aprovechándose de la economía social y solidaria para hacer fechorías.



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