sábado, 22 de julio de 2017

Nuestra cita cotidiana

La escritura de “Esto es un infierno”: http://www.editorial-falsaria.com/producto/esto-es-un-infierno/ fue, ante todo, una terapia.
Mi madre iba avanzando hacia el estado terminal. Te he contado ya cómo intentaba evitar que durmiera durante el día para evitar que las noches se nos hicieran eternas.
Ocupé mis ratos de libertad en la escritura de mi cuarta novela. Siempre he tenido pánico a mi paso por las residencias geriátricas,  y confrontarlo era menos duro que asumir la próxima muerte de alguien tan querido.
Yo quería titular “Esto no es un infierno”; la novela no lo es porque unos internos condenados por “lo que hay” a torturarse entre ellos, se dejan seducir por el sueño de los que despreciaban: Jonathan, Libertad, Inma. El primero sufre la enfermedad de Down, la segunda ha sido anulada con el nombre de Maruja; Franco la puso María y la directora de la residencia no se había enterado de la muerte del dictador, pese a los años. La tercera había sido rechazada por su madre, la pretenciosa Chuchi que solo tenía ojos para su segunda hija, la lista.
¿Cómo estos personajes, sin poder, pueden dar la vuelta a la tostada? Es “Magara”. Lo que hay no tiene por qué ser.
Así empieza el relato:
Libertad es una de esas viejas que se atreven con las canciones de una infancia arrebatada por la guerra del 36. Ya no está muy ágil, pero sus movimientos evocan aquella niña de seis años, con trenzas y calcetines, que saltaba a la cuerda y que se llamaba Libertad. Después… tuvo que olvidar el nombre para llamarse Maruja.
Antonio, el más popular de los asilados, recoge el pañuelo que ha echado al agua la “reina de los mares”. Se mofa, como siempre.
Así termina:
El “Réquiem por un sueño”: https://www.youtube.com/watch?v=DNfzAf7292A tiene que ser escuchado por las cenizas, así piensan Inma y muchos y muchas, aunque ya han pasado las diez. Un día es un día. 
A las diez todos tenían que estar en la cama. ¿Qué ha pasado?. Chuchi muere de pura soberbia. Jonathan no puede soportar el olor de la colonia que impregna los cadáveres por orden de la directora. Libertad decide actuar  y terminan frente al edificio sin ascensor  donde la última ocupaba un ático hasta que rompió la cadera. Allí quedó su piano.
Jonathan quiere escuchar las interpretaciones de su amiga. Quien quiere puede. El “disminuido” consigue convencer a los asilados para llevar el piano a la residencia. Chuchi tiene su réquiem, pese a que su hija la “lista” solamente está preocupada por apropiarse de la herencia.
El piano se quedó en la residencia. Libertad recupera su papel de pianista, aunque ya no es en La Habana. Canta Ana Mari. Mima Jonathan.
Noticia trágica: la persona que me inspiro el personaje de Inmaculada, la directora, se suicidó. Lo siento mucho. No me siento culpable.

Gracias a l@s 91 que visitasteis ayer: http://carlos-ortizdezarate.blogspot.com.es/
Gracias al cariño que  regala Iris a l@s visitantes de: http://carlos-ortizdezarate.blogspot.com.es/
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Continuamos puesto 8.

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