jueves, 27 de julio de 2017

Nuestra cita cotidiana






Desde que llegué a Las Palmas estaba intrigado por el feudo de Clemente VI (1344) que concedía el principado de la Fortuna a Luis de la Cerda, se trataba de Canarias.  Nunca tomó posesión el titular. Muy raro, porque el príncipe era Almirante de Francia y tenía una gran fortuna, y Juan de Béthencourt, sin feudo y con escasos recursos, conquistaba Lanzarote en 1403, y después se hizo con las conocidas como islas menores.
Hay muchas razones para captar mi interés. La rama de la Cerda había sido despojada de sus derechos a la sucesión a Alfonso X. El reinado del último marcó una época de esplendor del reino de Castilla, que entró en decadencia con la usurpación del trono por el hijo segundogénito, por la muerte prematura del primogénito y la minoría de los herederos del mismo. Luis de la Cerda jugó un papel “dudoso” en la corte francesa.
No podía trabajar en el tema porque mi agenda estaba ocupada con mi docencia e investigación.
En la primavera de 2012 se produjo la última insurrección tuareg, en el norte de Mali. Me metí de lleno y redacté la crónica. Recurrí a un personaje imaginario, Yves de la Hay, quien supuestamente se ocuparía del asunto en el Quai d’Orsey. Por otra parte, seguí el día a día del Movimiento de Liberación de Azawad (MNLA). Aquí surgió la invención del segundo personaje: Ahmed Lakhoua.
El último me llevó a los imperios surgidos en África por el tráfico caravanero del que Europa se ha nutrido desde la Antigüedad. Los Lakhoua están en aquellos, huyen de los almorávides y terminan en Sevilla, pasan al servicio de Alfonso X y mantienen su fidelidad a los de la Cerda, huyen con ellos a Francia y regresan con ellos a Sevilla. Ya habían tomado el nombre de esta ciudad como apellido. Yves de la Hay resulta ser un descendiente de los Sevilla. Los Lakhoua continuaron con el tráfico caravanero, asociados a los Sevilla.  Ahmed Lakhoua, en la novela, es dueño de una multinacional, derivada del negocio de sus antepasados. También es interlocutor de Francia en el conflicto de Azawad y apoya al MNLA. Tiene en su poder las memorias de los Sevilla, desaparecidos a finales del siglo XV. No es así, Yves es el único superviviente. Ahmed usa sus relaciones con la diplomacia francesa para invitar a Yves a su palacete en el Sahara, entregar al mismo  las memorias e informarle que ambos son tuaregs.
Así, se trata de una novela crónica e histórica, toma todos los periodos mencionados.
El  principado de la Fortuna gratis en pdf: http://garotafitusa.com/page/el-principado-de-la-fortuna/
Canarias, curiosamente, no aparece en la novela. La novela es una denuncia del abuso que hizo y hace “occidente” de las riquezas del continente africano. Es necesaria la traversalidad para mostrarlo y ésta rompe los moldes del purismo literario y de la globalización financiera.
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Continuamos puesto 8

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