viernes, 20 de octubre de 2017

Nuestra cita cotidiana

El reloj


No es dictador; si el escenario en el que tenemos que interpretar nuestra respuesta cotidiana, si el contador de nuestro “haber”, sí un cauce para el flujo del mañana.
Iris, Julen y yo nos hemos dejado atrapar: demasiados frentes abiertos, demasiadas preguntas, demasiado que meter: hemos caído en las redes de  un mecanismo. El tiempo pasa y no cabe todo.
No somos súbditos y la rebeldía nos da esperanza. No podemos cambiar la hora y tenemos que meter en esta nuestras asignaturas pendientes: estás tú, estamos nosotros, está la viuda de Babeuf, está la presentación de Twitter Romance, está la calle, están los políticos y la política, las facturas, los cuerpos… Está la cita con Vicente, a las 12, para las fotos. Está la vecina que se asoma a la ventana, a altas horas de la madrugada, para gritar a su teléfono…
Tú ya estas metid@, se mantendrá la cita cotidiana: sin ti no somos nada. Está Vicente, están las peluqueras a quienes hemos prometido llevar un ejemplar de Twitter Romance, ellas son excelentes pregoneras.
Somos nosotr@s quienes tenemos que buscar la forma de meter y somos conscientes de que nuestra agenda requiere objetivos planificados, un proyecto de futuro.
Las rosas, te aseguro, no se han marchitado y en la conversación con Vicente, absolutamente esculpida en su meta de hoy: participar en la visita de los reyes a su pueblo, estás tú: negociamos precios de alojamiento, por si te apetece venir a la presentación y a la fabada.
Me he dejado atrapar por el reloj: son las 11, 45, Vicente nos espera a la doce y Julen necesita su tiempo para hacer sus necesidades.
15 horas: misión cumplida. Julen es el que mejor ha salido en la foto.



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