miércoles, 24 de enero de 2018

Para chulo yo IX

Steiner
Apartamento de Morgan, 24 de diciembre de 1984
––El derecho de los bárbaros germánicos  ha sobrevivido  sin necesidad de panfletos de Cicerones y es mucho más pragmático…
La ponente estaba decidida a explicarlo. Se sentía arropada por un flamante máster en Historia Antigua que había obtenido en la Universidad de Columbia.
–– ¿Y qué pasó con Angelita?
Steiner necesitaba escuchar la respuesta de Celia. Desconocía a la persona, pero la historia que estaba escuchando le parecía, en ese momento, más interesante que el monólogo de Morgan. No por ello desdeñaba  un debate que siempre había considerado  pendiente.
Ensio siempre le dice que tiene que salir del mundo de los guiris. Él está convencido, pero, es una buena ocasión para, como decía su actual pareja, “practicar el inglés con sus amigos noruegos”
–– ¡Se arregló sobre la marcha!
Celia expresó la respuesta en latinoamericano. Desde luego no lo hizo en castellano o en uruguayo y no fue por falta de esfuerzo. Con el nuevo novio de Ensio hablaba en inglés.
Puesto que quería que se la entendiera, continuó en la única lengua que comprendían los presentes, excepto Ensio.
––Ensio usó su barita mágica y esta vez, las hadas malas no deshicieron el hechizo a medianoche.
El aludido no se sorprendió o emocionó. Pensaba en los milagros de Cantinflas.
–– ¡En el derecho germánico “no papeles”, hay praxis!
Chapurrea el castellano que aprendió en la prestigiosa Universidad de Columbia y reclama sus derechos de anfitriona.
––Hubo suerte y pillé a Almudena en cuanto terminé de hablar con Arturo. El último citó a Angelita a consulta para el día siguiente, a las once. La primera me prometió ocuparse del hijo desde primera hora de la mañana.
–– ¿Qué pasó esa medianoche?
––Nos pusimos guapísimos los tres y nos fuimos a cenar al apartamento de Angelita.
–– ¿Por qué?
––Para comernos los deliciosos canalones y calamares en su tinta que tenía preparados esta chica. A propósito, puedes probarlos; nos ha dado para traer.
––Me encantaría, no puedo.
––En los pueblos germánicos no había cazas de brujas. Desde que se dejó entrar a Cicerón y a Sócrates salió Descartes.
La Morgan está borracha como una cuba, pero ha conseguido pillar audiencia. Steiner quiere responder aún a riesgo de incomodar a la anfitriona.
––Ofendí  a Ensio cuando dije en un bar de la Isleta  que aquellos eran los mejores calamares que había comido.
––Y habías probado los de Angelita…
––No sabía que los había cocinado ella, pensaba que los había comprado en algún bar. Tiene razón Morga; los latinos sois muy cartesianos. Este hombre tiene verdades claras y distintas sobre la cocina.
––No sé cómo estarían los del bar de la Isleta. Estos están exquisitos.
–– ¿La discrepancia vale una pelea? Fue la primera que tuvimos.
––Y eso que no compartís idioma.
––Para mis millonarios padres adoptivos soy una bruja porque me casé con un negro.
–– ¿Qué cuenta ésta?
Steiner es un recién llegado que no ha escuchado todas las historias de la Morgan. A Celia no le apetece cambiar de tema. Corta:
––No te preocupes, conserva su piso de Nueva York y un fidecomiso que asegura suficiente dinero mensual para vivir. ¿Qué pasa con los calamares en su tinta?
––Yo los prefiero a la plancha, los de ese bar están  exquisitos y por lo que se paga no vale la pena perder horas en la cocina. Ese punto de vista no es admitido por mi pareja.
Celia no quiere saber más del tema.
––Lo de Angelita se arregló con un simpe raspado, lo del hijo con seis meses. Había sido sentenciado a un año y ya sabes, la buena conducta…
–– ¿Vive ahora con su madre?
––Por temporadas. Él se droga. No le basta con la coca que consigue Loly y sale a pedir. Angelita no lo tolera. Se va y viene…
Steiner no comprende. Su interlocutora le explica que la tal Loly es puta y tiene "encoñao" a un policía nacional.
–– ¿Dónde está el cuento de Cenicienta?
––Aquella noche Angelita lucía los aderezos que le había preparado Ensio la noche en que se conocieron. Hubo fiesta y bailamos hasta las doce, la una y las dos.



2 comentarios:

  1. En cada capítulo te superas, un placer leerte
    Ana María de la Pastora Caracas

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Ana María. Eso anima. Espero no defraudarte. Sinceramente Carlos

    ResponderEliminar

El abuelo Leopoldo: Hablando en Cobre

 El abuelo Leopoldo – ¿Por qué has llegado tarde? Me preguntó, cariñosamente, mi abuelo materno. –He estado jugando con mi amigo Bertín. Nos...