sábado, 20 de enero de 2018

Y para chulo yo. Caítulo V

Medianoche
No sonaron campanadas; solamente se produjo la orden de desalojo y la policía municipal se hizo oír.
–– ¡Todo el mundo fuera!
Los invitados salieron de estampida. Más ruidos que se juntaban a la alta contaminación acústica proveniente del Trebol, de los puti-clubs, de la calle…
Nadie se atreve a hablar. Angelita cuchichea a Ensio.
–– ¡Es la Puri!
–– ¿Qué Puri?
––Una amiga… Ya sabes; los “agentes del orden” gustan de putas. Al principio porque nos tienen gratis. Algunas sacan partido. Mira la Loly se nos casa con un policía nacional.
–– ¿Y la Puri?
–– ¡No me hables de esa zorra!
–– ¿Qué tiene que ver con esto?
––Tiene “enchochao” a un “munipa”…
Ya pueden subir el volumen de voz. Se han quedado solos…
––Si me puedes echar una mano para poner los muebles en su sitio…
–– ¡Sin prisa! No ha terminado la fiesta…Me pregunto cómo esos señores “munipas” no han olido…
––No venían a eso…La Puri sabe que no fumo porros y éstos  andarán “sobraos” de costo y faltos de ganas de papeleo. Contaba con que no me dejaras tirada y aquí no se puede dormir hasta la madrugada...
La Angelita y el Ensio seguían estando “divinos”. Ensio ha cosido los trozos de retales para vestir a Cenicienta con un manto ceñido por un cinturón Louis vuitton que se había traído del hotel.
La chica es bajita. Para vestirla ha sido necesario tirar mucho de aguja, sin embargo. El modisto se había inspirado en una prenda que había visto en una boutique de Buenos Aires: trozos cosidos y costuras llamativas. Costaba un pastón.
Los retales de Angelita eras de excelente calidad. Bastaba con combinar y desentonar colores dibujos y cosidos,  y con cubrir el cuerpo de la menopáusica. Ya había previsto el cinturón, para sujetar y mostrar marca y ambigüedad. Pero…
–– ¿No tienes otra ropa interior? ¿Unas medias malva? ¿Un…? El demandante para el carro ante las reiteradas negativas.
––Me fui con lo puesto de mi último apartamento. También fue una putada de la Puri; me echó a la pasma por una simple denuncia de impago de alquiler. ¡En el barrio se producen cientos a diario y tuvo que tocarme a mí!
––Ya hablaremos de la tal Puri. En mi hotel tengo un tutú. Servirá. ¡Voy rápido a buscarlo!
Ella intentó responder pero  tocaba obedecer:
––Prepara alioli como el de antes, sancocha las papas…
La aludida tenía sus planes. Cuando Ensio volvió se la encontró llorando. Ya no tenía su pañuelo, tendió una servilleta de papel.
––Lávate esa cara y siéntate, vamos a arreglar eso.
Lo arregló con sus órdenes.
––Usa esto.
Sales de baño, una yema de huevo batida con vinagre de manzana, una esponja, champú…
–– ¿Te has traído todo esto?
––Me dijiste que tuviste que irte con lo puesto. Veo tu pelo y tu piel…
Sobraban las explicaciones. Tenían que darse prisa.
––Primero te lavas bien. Después te aplicas el menjunje en el pelo. Veinte minutos que puedes emplear para relajarte en las sales… ¡Suerte que tienes bañera! ¡Ah! y para arreglarte  esas uñas. ¿Tenés guantes?
La respuesta era previsible. De ilusión también se vive…
El resultado era, cuando menos, interesante. No era Lolita Pluma y hubiera habido bronca si Angelita se hubiera presentado así en el Parque de Santa Catalina.
No fueron. Buen cuidado pusieron en evitar confrontaciones. Con los retales llegó para un turbante. Por mucho esmero que puso Ensio, el pelo quemado por los tintes baratos que había usado la modelo no servía. Había que ocultarlo.
No se puede sacar belleza donde no la hay, pero el resultado no estaba nada mal, tras un lifting, maquillaje, una crema que Ensio preparaba con miel y vitamina E, turbante y manto que daban la impresión de que los trozos de tejido que almacenaba la usuaria habrían quedado para vestirla ahora.
En Buenos Aires, la prenda hubiera alcanzado un buen precio. En Las Palmas era una extravagancia más. Eso sí, de marca.
El detalle de los zapatos de cristal fue idea del propietario de la tienda de Ensio.
El último se había vestido a tono: un pantalón rojo ajustado en función de la capacidad de adaptar  el tejido de puro algodón. Había costado una pasta y requería de ayuda para enrollarlo  y dar con el formato previsto.
Perfecto y la camisa de estampado y teñido artesanales había sido creada para combinar con el pantalón.
       ¿Y cuando vas a mear?
       Elijo un compañero que me vista y desvista.
También Ensio calza zapatos especiales. Provienen de una marca venezolana.
––Antolín…
No tuvo tiempo de terminar ante el entusiasmo de su compañera de fatigas.
–– ¡Parece que hubieran sido hechos para tus pies! Mi padre era zapatero ¡Y ese cuero!
No había tiempo de explicaciones. Ya todo estaba preparado. Faltaban los invitados. Salieron en su búsqueda y encontraron a doce.
¡Todo hubiera salido tan bien si un munipa no se hubiera “encoñao” con la Puri!





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